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SANGREyLITERATURA

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

Podría decirse de aquella pareja que eran el uno para el otro. Ambos disfrutaban de bailar; les gustaban comidas similares; sus defectos se compensaban con las virtudes del otro; no había celos entre ellos,  y, sobre todo, se acoplaban del todo al hacer el amor. Sus problemas en las propios de las parejas que se aman a pesar de no poder tener hijos: Ahorrar para una vejez tranquila, y esperar que el otro no sea infeliz. Por eso, cuando Mario desapareció con los ahorros de los dos, sin siquiera una nota que explicara su ausencia, su pareja lloró, bebió, maldijo y finalmente, al no poder dejar de dejar de amarlo, lo perdonó. Lo que no pudo perdonar, seis meses después, fue que Mario apareciera convertido en María gracias a una muy costosa cirugía jarocha y a los efectos de la  medicación hormonal femenina. 

El final de aquella historia de amor le llegó a Marío-María en el suelo, jadeante, derramando gruesas lágrimas, sin tres dientes y con un hilillo de sangre escurriendo desde una herida en la frente, cuando oyó las últimas palabras que José, el amor de su vida, parado en el resquicio de la puerta, dijo antes de dar un portazo e irse para siempre:

-Si hubiera querido una mujer, me hubiera buscado una mujer.

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