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SANGREyLITERATURA

El Quijote y otras puterías (Tercera de nueve partes)

El Quijote y otras puterías (Tercera de nueve partes)

En la época del rey Alfonso X (a) El Sabio (1221-1284), no existían más que biblias en latín, por lo que el rey al traducir los escritos hebreos al castellano, contribuyó a la difusión de los preceptos bíblicos de que el hombre tiene su media naranja sólo en una mujer y viceversa; tal y como se lee en su General e Grand Estoria, capitulo IIII: Andados seys dias de quando el mundo fuera criado fue (h)fecha la mugier... metio suenno en el  Paraíso e adormenciol  (a Adán); et (y) el durmiendo tomol una delas costiellas, e enchio de carne el logar donde la tomara, e fizo de aquella costiella la mugier(...) et Adam quando la uio dixo: “¡O este huesso agora era de los mios huesos e carne dela mi carne!(...) et dixo así Adam como prophetando:  “Por esta dexara ell omne el padre et la madre, e se llegara a su mugier e seran dos en vna carne” (sic).  

 

Claro que el rey no podía saber que a futuro tendríamos los contratos de convivencia con los que lesbianas y gays pueden “casi” casarse en México; o que en su España querida, después de seguir el ejemplo de Dinamarca, Holanda, Bélgica y otros países europeos se celebrarían matrimonios de hombres con hombres y mujeres con mujeres. Tampoco podría saber el rey, que un futuro rey de España se casaría en el siglo XXI con Letizia, que aparte de plebeya era divorciada, o que en Europa, y en todo el mundo, existen muchos matrimonios de facto o un uniones libres, arrejuntamientos o sólo civilazos (casamientos sólo por el civil), o bien que existe matrimonios que planean no tener hijos, o se separan o divorcian sin esperar a que la muerte los separe, pues en el Título VI, Ley II del Setenario o Livro de las septe partidas el rey escribió: Amar debe el rey a la reina su mugier por tres razones: la primera porque él et ella por casamiento segunt nuestra ley son como una cosa, de manera que se non pueden partir sinon por muerte(…) La segunda porque ella solamiente debe ser segunt derecho su compaña en los sabores et (y) en los placeres, et otrosi (también) ella ha de seer su aparcera en los pesares et en los cuidados; la tercera para dejar descendencia, pues sin herederos peligraban los reinos, por ello, era menester tener hijos, no importa sin estos eran fuera del matrimonio, aunque claro, también se debía dejar a la amante o concubina si era estéril: Si por aventura acaeciese que el rey oviese otra mugier que non fuese de bendecion, lo que veemos que non es guisado nin deve seer segunt mandamiento de nuestra ley, pero si fuese, dezimos que deve seer guardada por onra del rey, ca (pues) ninguno non deve yacer con ella nin levarla nin sosacarla por casamiento nin en otra manera. Y hay de aquél que se atreviera a sanchar al rey, pues para curarse en salud, el rey dispuso en la Ley I, del Título III del Espéculo lo referente a las penas a que se harían acreedores aquellos que intentaran bajarle la novia al rey: la confiscación de la mitad de los bienes, la prisión, el destierro, la enucleación ocular o la muerte del sancho. 

 

Sí, siempre ha sido así: la justicia divina y la justicia de los hombres no se aplica a los poderosos: el rey podía tener amantes, fornicar, codiciar a la mujer del prójimo, abandonar mujeres, tener bastardos o hijos de puta como les dice Alfonso Martínez de Toledo (a) arcipreste de Talavera en el  Corbacho.

 

     Casorio a la antigüita.   Cuando Cervantes moldeaba a su quijotesco personaje debió de tener presente al  arcipreste de Hita¸pero no al clérigo libertino sino al que dice: quáles armas se debe armar todo xristiano para vencer el diablo, el mundo e la carne.  Las reflexiones morales del arcipreste de Hita contenidas en las estrofas englobadas bajo el anterior título, son parte de la poesía vedada a quienes buscan en del arcipreste de Hita las similitudes con los clérigos tabernarios, seductores y fornicadores de Boccaccio.  Él sugiere a los cristianos sobrar (desechar) la grand soberbia , diser mucha omildat (humildad). Todo dentro de una simbología de armas y armaduras, más propia de caballeros andantes:   De todos buenos desseos e todo bienobrar/  (h)fagamos asta de lanza e non queramos canssar.  

 

Para vencer a la carne y las enfermedades venéreas nada cómo la fidelidad de la vida en matrimonio bendecido por Dios, tal es la recomendación del arcipreste de Hita hace para lograr vencer a la lujuria en los siguientes versos, los cuales debió leer  más de una vez Cervantes, pues de ahí tomó el nombre para el caballero de la triste figura: Quixotes e cañilleras (musleras y canilleras) de santo sacramento, / que Dios fiz´ (hizo) en paraíso matrimonio, casamiento. / Cassar los pobres menguados, dar a bever al sediento, / Ansí contra la luxuria avremos (tendremos) vencimiento.

 

     Al  santo sacramento del matrimonio  se acudía vestido con los implementos que protegen los muslos y las piernas (quijotes y canilleras) de los jinetes.; el novio llegaba a caballo a la iglesia.  El casamiento calmaba la sed del sediento de placer sexual,  y evitaba  el desear la mujer del prójimo.  Pero Cervantes va más allá en el idealismo y decide mantener célibe y casto a Don Quijote, el que  logra vencer al  diablo y al mundo sin probar la carne ni codearse con putas. Un cura andante, que se enamora de una Dulcinea idealizada al máximo aún a pesar de ser una mujer campesina. El celibato del Quijote es voluntario y es roto sólo por un amor platónico, puro e inocente y en el que la mujer amada ni siquiera lo sabe, pero que al saberlo reacciona enojada, sorprendida y risueña, pero nunca sintiéndose deshonrada por despertar ese amor tan puro. El Quijote no se casa; no besa ni abraza; tampoco fornica ni hace el amor; y muere, casto y puro y sin haber convivido con la putería o no haberla visto, aunque quizá Cervantes si hubiese caminado por la calle de los Bodegones, la zona roja de Alcana de Henares, patria chica de Cervantes y el arcipreste de Hita. En esa calle, dice el Sancho del Quijote apócrifo de Avellaneda: me parece haberla visto (a la mujer que el falso Quijote confunde con la reina Cenobia) en Alcalá de Henares, en la calle de los Bodegones, y se ha de llamar Bárbara la de la cuchillada. La puta confundida con una reina debe su apodo a que un amante joven, que primero la sedujo y luego le exigió el dinero prontamente con el cuchillo: (…) comenzó a darme prisa por el dinero. Acompañando cada palabra injuriosa que me decía con un pique en estas pecadoras nalgas.

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