El Quijote y otras puterías (Segunda de nueve partes)
Desde sus orígenes, las palabras puto y puta, parecen haber tenido una condición de malas palabras, tanta, que hubo de pasar varios años antes de que del léxico popular pasaran al papel impreso.
Un latigazo contra el buen amor.Juan Ruiz (a) Arcipreste de Hita (1283 ó 1290 a ¿1350), aunque no se atrevió a usar dichas palabras en su Libro del buen amor, quizá en un intento por librarse de la censura y moralina clerical, escribió sobre personajes femeninos que bien pueden considerarse de cascos ligeros; así tenemos en su obra poética una profusión de trotaconventos, serracenas, doñas, que lograron seducir a un cura que en sus versos aparece. Al ser toda obra autobiográfica, es fácil pensar que ese clérigo no era otro que el mismísimo arcipreste de Hita, sobre todo al leer: E yo, poroque so ome, como otro, pecador,/ Ove de las mugeres a veces grand amor.(76) Como descargo de haber roto el celibato, se justifica al hacernos saber que es lo que mueve al mundo a parte de los dólares: El mondo por dos cosas trabaja, la primera, / por aver (tener) mantenencia, la otra cosa era / por aver juntamiento con (h)fenbra placetera. Claro que para tener placer con las mujeres el arcipreste de Hita recurrió a las alcahuetas, y aunque en la literatura posterior es común el empleo de puta vieja como sinónimo de alcahueta, el arcipreste de Hita la hizo brillar por su ausencia cuando trovó SOBRE DE LOS NOMBRES DE LAS ALCAGUETAS: Canpana (campanear: vigilar en el argot actual), taravilla (que le grita a las mujeres), alcagueta sin porra (cara), / xaquima( cuerda para escapar), / adalid ni guya (guía: lleva a las mujeres) ni Andorra (callejera) / nunca le digas trotera, aunque por ti corra / creo, que si esto lo guardares, la tal vieja te acorra (socorra). (926) El arcipreste de Hita nunca le dijo puta vieja, pues cuidó la palabra en extremo, pero aún con ello El libro en cuestión fue considerado por muchos como una obra maldita, obscena y contraria al buen amor que pregona; por ello, otro clérigo, también arcipreste, pero de Talavera, Alfonso Martínez de Toledo (1398-1470), escribió su contestación en prosa, de hecho, en el primer libro escrito en prosa de la lengua castellana que no trata sobre temas históricos, legales o religiosos, y por eso se le considera el antecedente directo de las subsecuentes novelas. Y fue una contestación tan categórica, en la que fustigaba los malos amores y los malos amantes, que el vulgo le cambió el nombre, porque en lugar de ser conocida como pidió el arcipreste de Talavera: syn bautismo sea por nombre llamado (el libro) Arcipreste de Talavera, se le conoció y conoce con el nombre que “El Corbacho”, que significa látigo. Es una obra excepcional, sin equivalente en ningún otro idioma, en ella, su autor retoma el habla del vulgo, quizá porque a él estaba dirigida, para prevenir a las mujeres de no usar minifalda al mas puro estilo panista: (H)Fija de puta, marica, estiende bien esa falda; a las vezes (h)fazen, como por yerro, que alzan la falda para mostrar el pie o algund poco de la pierna. Y si a esto se le agrega que las de oficio de alcahuetas, (h)fechizeras e adivinadoras por (h)fezer perder las otras como ellas, y si estas a su vez no usan métodos anticonceptivos, pues: cuantas preñadas fazen mover por la vergüenza del mundo, asi casadas, viudas, monjas e aún desposadas, y vienen al mundo niños no deseados, los que antiguamente eran discriminados por la iglesia, la justicia y la sociedad: los (h)fijos ávidos de fornicación e dan(ñ)ado coito, abortivos, y en derecho espurios llamados, en romance bastardos, en comun vulgar y en mala costumbre del maldesir y (h)fablar: (h)fijos de mala puta.
Y cómo sucede hasta la fecha en esos ambientes de putas, putos, putañeros e hijos de puta, las peleas son comunes: Fulana e fulano me han deshonrado en plaza, llamándome puta amigada? Dijome puta casad(…). ¿Y de quién?(vienen los insultos) De una puta bellaca. También puede haber peleas cuando la alcahueta traiciona y entonces sale luego su marido o su parienta de la otra mujer(…) o él mata o le matan, o el (h)fiere o le fieren, que todo es dapno (daño) así dar como recebir. Y esas peleas entre putas o entre carnudos y marcornadores originan gritos: Juanilla, ve al cirujano, dile que venga; corre ayna (anda); puta, (h)fija de puta. Marica, daca una camisa delgada, que se le va toda la sangre. Con lo que la palabra puta va adquiriendo una connotación más propia de una exclamación más grosera que insultante; como el “puta que reparió” de los calentados y el ¡Uta! que usamos tantos mexicanos, que están en el mismo encuadre lingüístico que el hideputa que usa Cervantes, y que en el segundo tomo, capítulo 13, él se encarga de explicarnos porque debe ser tomado como una expresión de asombro al contarnos que ante la descripción que Sancho hacía de su hija al caballero del bosque, el escudero de este suelta un hideputa, puta, lo que origina el enojo de Sancho:
-Ni ella es puta, ni lo fue su madre, ni lo será ninguna de las dos, Dios queriendo, mientras yo viviere…
-Oh que mal entiende vuesa merced… y aquello que parece vituperio, en aquel término es alabanza notable…
Total que para terminar con la discusión, el escudero ofrece vino a Sancho, quien al primer sorbo, exclama:
-Oh hideputa, bellaco, y cómo es católico! (…)confieso que conozco que no es deshonra llamar hijo de puta a nadie; cuando se cae debajo del entendimiento de alabarle.
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