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SANGREyLITERATURA

CUENTOS

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

Podría decirse de aquella pareja que eran el uno para el otro. Ambos disfrutaban de bailar; les gustaban comidas similares; sus defectos se compensaban con las virtudes del otro; no había celos entre ellos,  y, sobre todo, se acoplaban del todo al hacer el amor. Sus problemas en las propios de las parejas que se aman a pesar de no poder tener hijos: Ahorrar para una vejez tranquila, y esperar que el otro no sea infeliz. Por eso, cuando Mario desapareció con los ahorros de los dos, sin siquiera una nota que explicara su ausencia, su pareja lloró, bebió, maldijo y finalmente, al no poder dejar de dejar de amarlo, lo perdonó. Lo que no pudo perdonar, seis meses después, fue que Mario apareciera convertido en María gracias a una muy costosa cirugía jarocha y a los efectos de la  medicación hormonal femenina. 

El final de aquella historia de amor le llegó a Marío-María en el suelo, jadeante, derramando gruesas lágrimas, sin tres dientes y con un hilillo de sangre escurriendo desde una herida en la frente, cuando oyó las últimas palabras que José, el amor de su vida, parado en el resquicio de la puerta, dijo antes de dar un portazo e irse para siempre:

-Si hubiera querido una mujer, me hubiera buscado una mujer.

EL HIJO DEL DIABLO

EL HIJO DEL DIABLO

 -Padre, a mi esposa la visita el diablo.

-¿Qué dices, hijo?- preguntó el sacerdote para que le repitieran lo que ya había oído bien.

-Padre, hágale un exorcismo a mi esposa.

El padre ya no preguntó más y salió del confesionario para encontrarse con un adolescente al que le calculó no más de diecisiete años de edad. La casa, que al otro día por la mañana visitó el padre Román, era una más de aquellas construcciones pueblerinas de techo de tejas y amarillentas paredes. En su interior, postrada sobre un petate, Luciana, sus quince años y la esquizofrenia que en ella iniciaba, esperaban la llegada del diablo; y así se lo hizo saber al padre Román al decirle:

-Pensé que hoy no ibas a venir. 

Tan sólo verla, el padre Román supo lo que debía hacer, por ello pidió al adolescente marido que le ayudara a bañarla; y así fue, y lucía diferente Luciana cuando el padre, sin dejar de verla, ordenó al marido que fuera a la iglesia a rezar todos los padresnuestros que cupieran en dos horas. Nueve meses después nació Sebastián, a quien la gente dio en llamar el hijo del diablo, debido a que su madre decía que el diablo la había violado. Ocho meses después de la muerte de Luciana, su viudo se fue a rehacer su vida al país del norte. Seis años tenía Sebastián cuando se quedo sólo en el infierno de aquel pueblo, desde ese momento, tantas diabluras hizo el hijo del diablo, que fue dar más de una vez ante el comisario del pueblo; en la última de ellas, las preguntas fueron: ¿Tás bautizado? ¿Te confirmaron? ¿Ya hiciste tu primera comunión? Al quedar las preguntas sin respuestas, el hijo del diablo fue mandado a la iglesia a ver al padre Román. Allí, dijo en el confesionario:

-Padre, me mandó el comisario con usted. Soy el hijo del diablo.

El padre Román salió a ver al pequeño travieso y le dijo:  

-Así que tú eres el hijo del diablo. No te conocía.- Y en un intento para congraciarse con el niño, agrego: -Tú no le hagas caso a la gente. Mira, yo también soy pelirrojo, como tú, y no por eso soy el hijo del diablo.- Luego de que fue conciente de lo que había dicho, el padre Román quiso sonreír pero ya no pudo.  

El hijo del diablo, en cambio, después de ver que el cura era pelirrojo, pecoso y de dientes prominentes al igual que él, emitió una sonora carcajada que le devolvió el eco de la cúpula de la iglesia.

¿POR QUÉ?

¿POR QUÉ?

Si la luna te bajara.

¿Dónde diablos la guardabas?

Chava Flores 

-¿Por qué me haces esto, nena? ¿Por qué? ¿Por qué a mí, que te quiero tanto? En serio, nena, te quiero como nunca antes quise. Te quiero mucho, mami... Jamás, óyelo bien, ¡jamás me había pasado esto con ninguna mujer! ¡Jamás! ¿Sabes que sueño contigo... y que cuento los días que faltan para nuestras cita?  ¿Lo sabías?  ¿Te lo había dicho?  ¿No? Pues te lo digo: Sueño contigo y cuento los días que faltan para verte. Es verdad. ¿Recuerdas nuestra primera vez? ¿No? ¡Pues yo sí! Y como quieres que lo olvide... - hace una pausa para descansar, pues no espera más que mutismo de parte de ella. Después de seis rápidos ciclos de inspiración-espiración, reinicia su monólogo:

 -No me quisiera separar de ti, pero que quieres, la vida es así. Además, para que vengo, si no voy a poder estar contigo; no tiene caso. Luego nada más vengo a torturarme; como la vez en que te encontré con el bato aquél. Te reclamé. ¿Recuerdas? ¿Y qué fue lo que me dijiste? Qué a mí qué me importaba. Que no me metiera en tu vida. Y cuando estaba a punto de llorar, te reíste, me dijiste tonto, y me besaste... Ves, mami, como hemos estado en las buenas y en las malas... ¡Pero ahora me sales con esto!  ¡No me lo explico! ¿Estás enojada?  ¿Te hice algo? Que yo me acuerde, no, no te hice nada. O dime, ¿qué te hice?  Total, perdóname si algo te hice; ¡pero no me hagas esto! No te quedes callada, dime algo. ¡Regrésame a ver! Quiero ver tus ojos. Que me digan ellos si ya no me quieres. ¿Qué no ves que sufro? ¿Qué voy a hacer sin ti? Me muero, nena, me muero. ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué? ¿Qué quieres que haga?  ¿Qué quieres que diga?  ¡Dime algo! ¡Háblame! ¿Qué quieres? ¿Quieres que grite que te quiero? ¡Te quierooo...!

-¡Ay!  ¡Ya cállate!  Me chocas.- La joven de pelo rubio, frunce los labios un instante, luego suaviza la voz y agrega: - Tá bien- y al decir esto, hace un movimiento convulso con la mano, la cual con los dedos extendidos se mueve de arriba a abajo.

-¿Lo mismo de siempre?- a sabiendas de cual será la contestación, la mano derecha del joven se dirige presurosa a la bolsa derecha del pantalón.

-¡Sí!  Pero para la otra te traes más lana. Es la última vez que te cobro lo mismo. Mira que ya le subieron al cuarto y al condón.

PRIMER AMOR

PRIMER AMOR

-Papá, Lolita ya tiene novio.

-No es cierto, papá.

-¡Sí es cierto!

-Mejor se me callan los dos; que tanto una está muy chica para tener novio, como el otro también esta muy chico para ser el clásico cuñado celoso- dijo salomónicamente el padre. 

El padre olvidó la información proporcionada a los cinco minutos; el hermano siguió sospechando que su hermana tenia novio, y acaso olvidó el asunto cuando tuvo que concentrase para hacer más puntos en el Nintendo; y sólo para la pequeña Lolita el asunto adquirió proporciones descomunales cuando su secreto estuvo a punto de ser descubierto. Precaución y Secreto eran las palabras clave. Debía tener precaución de que su hermano no descubriera las cartas que ella escribía para su amado. Su amor era un secreto de ellos y sólo para ellos, y debían tener la precaución de no contárselo a nadie. Por otro lado, también debía tomar mas precauciones para no embarazarse ahora que ella ya menstruaba. Cuando se lo dijo a su novio, él estuvo de acuerdo en todo, y como ella pensó en lo lindo que era su novio, le dio un beso. Así de hermoso era aquel amor. 

Entre besos, caricias y arrumacos se fueron los días y llegó el mes más romántico, diciembre, y en ese mes, aunque fueron precavidos y guardaron su secreto, su hermano pareció sospechar algo; fue en la navidad de ese año, cuando dijo a grandes gritos al novio de Lolita:

 -¡Abuelo, a mí también dame dulces!