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SANGREyLITERATURA

El dios Baco presta su cetro.

El dios Baco presta su cetro.

I.- El bastón retorcido. Los griegos llamaban dionisia a una piedra que al ser introducida en la copa con vino evitaba la embriaguez y prevenía el alcoholismo. La dichosa piedra adquirió sus propiedades en los tiempos en que ni el vino ni los libros tenían impuestos, cuando se le ocurrió al dios griego Dionisio (Baco, para los cuates romanos) orinar sobre una cantera. Era común ver que los asistentes a las fiestas dionisiáicas (misterios báquicos para los romanos) llevaran  entre sus manos una especie de báculo, cetro o bastón al que nombraban tirso. Cuando esto ocurría, las festividades eran místico-líricas, se resaltaba el carácter de Baco como divinidad de la vendimia. Y aunque se alzaba la copa con vino, ésta llevaba dentro el pequeño pedazo pétreo. Después vino el degenere orgiástico y licencioso del festejo que se conoce como bacanales. Miguel Ángel y Tiziano representaron a Baco con un cetro compuesto de dos ramas, una de parra y otra de hiedra entretejidas en espiral (tirso).

 II.-De telenovela.

Cada historiador, pugna por una fecha de nacimiento y defiende la autenticidad de la partida bautismal de Gabriel Téllez que presenta: 1580 (Gustavino), 1581 (Penedo), 1584 (Blanca de los Ríos) y, 1579 (Luis Vázquez). La duda sobre la autenticidad de los documentos presentados estriba en que en estos se menciona a un tal Gabriel Téllez de padre incógnito; incompatible para ingresar a orden religiosa sin dispensa papal  (que de haber existido llevaba implícita la prohibición para el dispensado de ocupar cargo alguno dentro de la orden).  Por el contrario, Gabriel Téllez en 1600 ingresa a la orden de la Merced, donde llegó a ocupar diversos cargos. Para intentar resolver este acertijo es necesario empatar dos o tres biografías. El primer duque de Osuna, don Pedro Téllez Girón y de la Cueva escalo los peldaños de la burocracia real: camarero mayor de Felipe II, consejero de Estado, embajador en Portugal, virrey de Nápoles... Su hijo, conservó el nombre y el ducado, y cedió el virreinato de Nápoles para establecerse en Madrid. El tercer duque de Osuna, Pedro de Alcántara Téllez Girón y Guzmán, fue virrey de Sicilia.,y, en Nápoles, cuando era virrey encabezo un intento independentista, donde tras proclamarse  rey fue apresado. Al ser liberado se estableció en Madrid en donde tuvo una relación amistosa estrecha con Quevedo; gracias a la cual debió conocer a su medio hermano, Fray Gabriel Téllez, sin Girón, pero con los beneficios de la sangre azul: la fe de bautizo con la fecha que quisiera, aporte económico a la orden que lo aceptara, etc.

 III.-De paso por América.En 1610 comienza a escribir comedias y para 1615 en que cree haber encontrado un  estilo utiliza el seudónimo de Tirso de Molina. Un año después, por encargo de los mercedarios va a La Española (Santo Domingo). En 1618, regresa y se avecinda en Madrid, dos años después, en la academia de Juan Francisco Medrano conoce a Lope de Vega y Carpio; hay empatía, y el fénix de los ingenios le dedica Lo fingido verdadero. En 1621 se imprime por primera vez una de sus obras: Los cigarrales de Toledo. En 1622 participa en el certamen literario por la canonización de San Isidro (donde, al igual que Calderón de la Barca no obtiene premio). En 1625 se le excomulga latae sentenciae (sentencia latente) “para que no haga comedias ni otro ningún género de versos profanos”. Al no tener retroactividad  la sentencia, se dedica a imprimir su obra anterior a 1525, que debía ser copiosa, tal como escribe en el prologo de su primer obra impresa: “De en catorce años hace la pluma va a la mano... más de trescientas comedias, ni hurtadas a las toscanas (italianas) ni ensartadas unas tras otras, como procesión de disciplinantes, sino con su argumento que lo comprende todo.”  Muere a finales de febrero de 1648. 

IV.-Don Gil de las calzas verdes.

Al igual que Paulo, el personaje de su obra El condenado por desconfiado, que vivió una vida de ermitaño por diez años, Tirso de Molina rompió su silencio literario en 1635, al escribir una de sus dos mejores obras: Don Gil de las calzas verdes (la otra, claro, es El burlador de Sevilla y convidado de piedra), donde al igual que Calderón de la Barca, pone a las mujeres en situaciones inverosímiles, sin embargo, Tirso de Molina es más profundo en la construcción de la personalidad sicológica de las heroínas y en las situaciones humorísticas sin menoscabo de la obra. La trama es sencilla, de Valladolid, doña Juana va a Madrid disfrazada de varón tras el galán que la abandonó (don Martín).En Madrid, los enamorados se hacen llamar don Gil, al pretender los amores de doña Inés, la que inicialmente los confunde, pero logra diferenciarlos gracias a unas medias verdes que bajo su vestido de hombre oculta doña Juana. Cuando son obvias las preferencias de doña Inés por don Gil de las calzas verdes, aparece en escena don Juan, un pretendiente de doña Inés, el cual resulta herido en una disputa  con arma blanca contra el (la) de las calzas verdes. Doña Juana, ante ello, adopta una nueva personalidad femenil (doña Elvira) la que logra hacerse confidente de doña Inés. El descubrimiento del engaño termina en dos bodas: doña Juana vs. don Martín, y, doña Inés vs. don Juan.

 

Don Martín: Yo soy Don Gil, Inés mía;/ cumpla yo tus esperanzas.

Doña Inés: Don Gil de las calzas verdes/ he dicho yo.

Don Martín: Calzas verdes/ me pongo desde mañana,/ si este color apetece./ Ven, loca.

Doña Inés: ¡Ay don Gil del alma! (Escena X, acto Primero).

 

Doña Juana: Don Gil, a quien imité/ en el talle y en la cara,/ de suerte que hizo un pincel/ dos copias y originales/ prodigiosa está vez.

Doña Inés: ¿Uno de unas calzas verdes? (Escena V, acto segundo)

 

Don Juan: Con determinación vengo/ de agotar estos dos Giles,/ que agravian con medios viles/ las esperanzas que tengo./ Dos son. ¡Quién duda que alguno/ su dama vendrá a rondar?/ O me tienen que matar,/ o no ha de quedar ninguno. (Escena X, acto tercero).

 V.-Plagio creativo.

He sido recurrente con la idea de que toda lectodigestión  conlleva, en diferentes grados, un plagio creativo. De hecho, es posible que Tirso de Molina conociera la escenificación teatral que hacían los jesuitas basados en una obra inglesa de 1615 llamada Historia del corrupto y maquiavélico conde Leoncio y su desdichado fin. Lo que si es indiscutible que conoció, fue la obra El infamador de Juan de la Cueva, y al famoso seductor de Sevilla, su contemporáneo don Miguel de Mañara, conde Villamediana, los que junto con el segundo duque de Osuna (¿su padre?) tenían muchas de las características que imprimió a su Don Juan. José Zorrilla en 1844 publica su  Don Juan Tenorio, pero antes y después de él  hay otras tantas versiones y variaciones del tema del seductor (el intento de comparación será en otro papel) sin embargo, es Zorrilla quien mejor se inscribe en la tradición versoteatral castellana.  Acorde con el estilo, cito un pequeño fragmento zorrillesco del que han surgido tantas variaciones de connotaciones sexuales:

 

“Cálmate, pues, vida mía;/ reposa aquí, y un momento/ olvida de tu convento/ la triste cárcel sombría./ ¡Ah! ¿No es cierto ángel de amor,/ que en esta apartada orilla/ más pura la luna brilla/ y se respira mejor?”  Escena II,. Acto cuarto.

  

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