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SANGREyLITERATURA

EL QUIJOTE Y OTRAS PUTERÍAS (Séptima de nueve partes)

EL QUIJOTE Y OTRAS PUTERÍAS (Séptima de nueve partes) Si La Lozana andaluza es la obra en que más veces se ha escrito la palabra puta, el escritor que más escribió en toda su obra, sobre la barata y alegre putería, la extensión y fama del oficio de puta y de la natural inclinación de ser puta de la casada o doncella, fue Quevedo, un gran putañero, quien consideraba a las malas mujeres como Putas ambigüi generis; a quienes escribió, para que nadie menosprecie el título de puta, una Premática que han de guardar las hermanitas de pecar hecha por el fiel de las putas; en donde estableció los precios de las diferentes tipos de putas, y sólo exenta de pago si la puta es primeriza: A puta potrilla por domar y gazapitona, no se le dé nada, atento a lo que el hombre trabaja en enseñarla a dar gusto. Y lo mismo escribió de las suripantas que vinieron a Ámerica: Las putas cotorreras y zurrapas,/ alquitaras de pijas y carajos,/ habiendo culeado los dos mapas; o del uso de la putería en la política: No te quejes, ¡oh, Nise!, de tu estado/ aunque te llamen puta a boca llena,/ que puta ha sido mucha gente buena/ y millones de putas han reinado./ Dido fue puta de audaz soldado/ y Cleopatra a ser puta se condena/ Sintiose Venus porque tal hacía/ y al defenderse tuvo manos mancas/ por estallo la puta deseando.

Buscón e hijo de puta.
La vida del buscón llamado Don Pablos se publicó por vez primera en 1604, un año antes que el Quijote, en ella, el protagonista tiene por madre a Aldonza, el mismo nombre de la lozana andaluza y de Dulcinea del Toboso, y esa madre, pobre, trae al mundo un pícaro que todo lo sufría, hasta que un día un muchacho se atrevió a decirme a voces hijo de una puta y hechicera; lo cual, como me lo dijo tan claro (que aun si lo dijera turbio no me diera por entendido) agarré una piedra y descalabréle. Fuime a mi madre corriendo que me escondiese; contéla el caso; díjome: (…) Muy bien hiciste en quebrarle la cabeza, que esas cosas, aunque sean verdad, no se han de decir. El buscón huye de casa, resuelto a hacerse caballero, que para ello no hay que saber leer, pero la vida lo leva a la cárcel en donde un compañero de infortunio le confiesa que él está en prisión por cosas de aire, y así, sospechaba yo si era por algunos fuelles, chirimías o abanicos, y decíale si era por algo desto. Respondía que no, que eran cosas de atrás. Yo pensé que pecados viejos quería decir, y averigüé que por puto. Al salir de la cárcel se hace actor de teatro y le es recomendado: -Ea, quite la capa vuacé (vos), y parezca hombre… Y porque no lo tengan por maricón, ahajé (aje) ese cuello. Luego va a los brazos de una puta vieja y, casi, cae en manos de la justicia por lo que tiene que hacerse a las Indias.

Putos y putañeros.
Si bien Quevedo no escribió nunca la palabra putañero, ésta no es de manufactura moderna, tal como se podría creer, pues ya Francisco Rojas la emplea en La Celestina, en cambio, si fue Quevedo aquél que escribió con profusión las diferentes versiones, que hasta la actualidad la empleamos, de la palabra puto; como la defensa que hace, aún, el hombre que es llamado puto, pero que se siente más putañero que puto: Puto es el hombre que de putas fía,/ y puto el que sus gustos apetece;/ puto es el estipendio que se ofrece/ en pago de su puta compañía./ Puto es el gusto, y puta la alegría/ que el rato putaril nos encarece;/ y yo diré que es puto a quien parece/ que no sois puta vos, señora mía./ Mas llámenme a mi puto enamorado,/ si al cabo para puta no os dejare;/ y como puto muera yo quemado,/ si de otras tales putas me pagare;/ porque las putas graves son costosas,/ y las putillas viles, afrentosas. Pero Quevedo también escribió sobre las gracias y desgracias del ojo del culo, al que consideró una parte del cuerpo malquerida, pues lo que pecaron los miembros genitales lo paga el inocente culo. Pues al punto dice: “Fulano ya dio el culo.” Y pobre culo, sin poderse defender, pues la voz del ojo, que llamamos pedo (ruiseñor de los putos), no despierta más que exclamaciones y lugares comunes, como los actuales: Pasen a ver al león, No que era sordo, etc; al igual que Quevedo escribe sobre ello: Tenía costumbre de decir cuando uno se peía “¡cuerno!, por ahí comas carne y por la boca mierda. Por donde salió el pedo meta el diablo el dedo, la víbora el pico, el puerco el hocico, el toro el cuerno, el león la mano, el cimborrio del Escorial y la punta de mi caracol te metan amén”

Versos contestarios.
En uno de los versos iniciales del primer tomo del Quijote se leen aquellos por los que Solisdán dice a don Quijote porque no pudo conquistar el amor de Dulcinea: que sancho Panza fue mal alcahuete,/ necio él, dura ella y vos no amante; versos que por otro lado, pienso, eran más bien la contestación de Cervantes a la putería, la de Quevedo principalmente, que dice así: No le dieron dineros a Lucrecia,/ que, ¡vive Dios!, a dalla cien reales/ ella fuera más puta y menos necia,/ una puta probada y su alcahuete. Con lo que, nuevamente, se cruzan y anteponen lo divino y lo humano.

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