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EL QUIJOTE Y OTRAS PUTERÍAS (cuarta de nueve partes)

EL QUIJOTE Y OTRAS PUTERÍAS (cuarta de nueve partes)

Hay de matrimonios a matrimonios cómo bien lo dice el arcipreste de Talavera: Cuatro maneras son de casamiento: las tres son reprobadas, e la una de loar. La primera manera sí es : cuando el mozo casa con la vieja; esta tal madre bendita, con sus (ar)rugas en el vientre, ¿Qué espera? (…) que el mozo tenga una o dos o más enamoradas. (…)Ay la segunda manera de matrimonio o amor reprobado, cuando el viejo casa o ama a la moza. ¿Qué espera el tal viejo(…) que (a)cabe tal buey de arada(o)¿Con una impresionante cornamenta?- pregunto yo. (…)Item (también) ay otro amor e casamiento reprobado(…)  el de la vieja con el viejo, que non son sinon para reñir. (…)La cuarta manera  de matrimonio es aprobada: el mozo con la moza.

 

Tal parece que Cervantes, a sabiendas de lo que tendría que escribir sobre el Quijote si a este lo hubiera casado con Dulcinea, un moza joven, prefirió evitar el matrimonio, huyendo otra vez de las puterías; pues es obvio que leyó los cuentos insertados por el arcipreste de Talavera a lo largo de su Corbacho; que es otro de los aportes de este libro a la literatura mundial, y castellana, principalmente: la inserción a lo largo de la obra de otras pequeñas historias, tal cómo lo hizo Cervantes en el Quijote, y otros autores en diversas obras. En el Corbacho tenemos insertado en la obra varios cuentos cortos, el que creo, tuvo en la cabeza Cervantes al escribir los dos tomos del Quijote, en el que se lee la posibilidad que existe de que la esposa joven de un marido muy viejo le dé por ser puta:

 

Otro ejemplo quiero contar: cómo un caballero viejo tomó por mujer una moça, la cual mucho amó; tanto, que cada noche cerraba él mismo las puertas de su casa y ponía las llaves debajo de su almohada de dormir. Acaesçió que este caballero, por ser viejo, no contentaba a su muger, así en el acto carnal como en las cosas que le menguaban, e por tanto, la muger amaba otro; e cada noche tomaba las llaves durmiendo su marido, e se iba con su enamorado y faziéndolo muchas veces, acaesçió una noche que se despertó el marido e fúese a la puerta e fallóla abierta e cerróla por dentro, e subio a los corredores altos de la casa e miró por una ventana fasta la plaça. Lugo vino su mujer, y hallando la puerta cerrada, estaba triste; empero tocó la puerta, y respondió el caballero: “Mala mujer, muchas noches te he probado. Certifícote que de fuera quedarás.”

E dixo ella: “Señor yo soy sentada llamada por una esclava de mi madre, que yace tan doliente que creo que no se levantará desta enfermedad. Por ende, vos ruego que por amor de dios me abrais.” “E él respondió:  “Por çierto no entrarás.”Ella, oyendo esto, díxole: “Señor, tú sabes que aquí, cabe (al final de) la puerta esta un pozo, e si non me abres, yo me echaré en él.E él dixo: “Pluguiese a Dios que te echases.” E dixo ella: “Señor, pues si así lo quieres yo me lançaré en él; mas primero quiero encomendar mi alma a Dios y a la Virgen María.”  Dicho esto, llegase al pozo e lanzo a dentro una gran piedra, escondióse cabe la puerta. El caballero, como oyó el golpe de la piedra, dixo: “Guay de mi, que mi mujer se ha af(h)ogado. E descendió luego e corrió al pozo.”  E ella, estando escondida, como vio la puerta abierta, luego entro en casa e cerróla. E subió a la ventana; entretanto, estuvo el caballero cabe el pozo llorando e diziendo: “¡Oh desventurado, que he perdido mi tan cara y amada mujer; maldita sea la hora en que cerré la puerta.”E oyendo ella esto e burlando, le dixo: “¡Oh, viejo maldito!, ¿cómo estás ay a tal hora? ¿No te basta mi cuerpo? ¿Por qué vas cada noche de puta en puta e dexas mi cama?”  Entonces vinieron los guardas e prendiéronle e castigarándole toda la noche en la presión.  

Bibliografía del Quijote

Cuando Cervantes delineaba el perfil del escudero de su Quijote, a parte de los escuderos de los diversos caballeros andantes de la literatura, tuvo en mente al arcipreste de Hita: Era mintroso, beodo, ladrón e mensturero (chismoso) / Tahúr, peleador, goloso, rrefertero (reyertero: peleonero) / reñidor, adevino, susio e agüero,/ Necio e perezoso: tal es mi escudero.  Que iba al lado del arcipreste sufriendo con él, pero al menos no caminaba, pues: Más val´(e) con mal asno al ome (hombre) contender. Y claro que ese hombre, ese escudero,  debía tener un nombre, un nombre que quizá tomó Cervantes del refrán que cita el arcipreste de Talavera en El Corbacho al hablar del hablar de más: A buen callar llaman Sancho. Dice en el proemio de las Clementinas sobre aquella palabra Silenzio, dize: El (h)fablante sea discreto en (h)fablar. Dice más Ovidio: Non ay menor trabajo que callar e mayor pena que mucho fablar, porque trae consigo el mismo errar. Dice Catón que la primera virtud créese refrenar la lengua. Dice Sócrates: Decir, me pesó; callar nunca. Dice el arcipreste: Sabyenza, temprano callar; locura, demasiado fablar. Sí, callar, callar sobre la putería, los matrimonios de ancianos con mozas. Callar sobre la fornicación y la descripción de estos vicios humanos: tal y cómo lo sostiene Miguel de Cervantes Saavedra, en unos versos de cabo corto (o amputado) que introduce al principio de su primer tomo,  en los que hace una crítica literaria el autor de la Celestina:  Según sostiene Celesti- / Libro en mi opinión,  divi-,/  Si encubriera más lo huma-. Y qué cosa más humana que las puterías.

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