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SANGREyLITERATURA

IV

IV En la cara

un último rayo de sol.  (2)

Me detuve,

cerré los ojos...

 

Sentí frío,

miedo;

algo me envolvió.

Abrí los ojos.

Es de noche,

y no hay estrellas.

Triste desengaño

el engaño de la nube.

 

Nada hay en esta noche

de Nadal,

de juglar,

de mester de clerecía.

 

Noche sin nada.

Sin estrellas.

Sin luna.

Noche sola.

Noche Mística, de Cuaderna Vía 

Noche de impulsos contenidos,

que no pueden más:

Escapa un suspiro;

Se suaviza el susurro;

Es muy breve el gemido.

 

Pero...

Mi quejumbroso grito no es recibido.

Nadie hay en esta noche.

Nadie escucha mis lamentos.

Mis gritos continúan...

Sé que mi sufrir está ahí

porque lo escucho:

Un ¡Ay!, que se prolonga: ¡Ayyyyy!

Sólo el eco está conmigo:

Un ¡Ay!, cuatro veces repetido

 

En una noche como esta no haga falta el Enigma.

¿Qué es la noche?

¿Qué es el día?

¿Veinticuatro horas... de absoluta soledad?

¿Doce de él, doce mías?

                   

*

 

-Desearía que ella estuviera aquí- me dije.

-¡Noche, deseo que ella este aquí!- grité.

-Noche deseo- susurré al oído de la nocturna.

-¿Oyes los lamentos?- pregunta la luna que se asoma.

-Son mis gritos-le confirmo.

-Su eco... -corrige ella.

1 comentario

Bertha Sánchez -

Hola Ricardo, este poema me llegó muy adentro, está muy bonito, y muy triste también. Saludos.